Crónica de una experiencia
A
pesar de los pronósticos meteorológicos no llovió y pudimos disfrutar de un
bonito día de otoño.
Según
lo previsto hicimos una primera parada en El Parque Periurbano de Conservación
y Ocio “Dehesa de Moheda Alta”, que cuenta entre sus equipamientos con un
Centro de Interpretación, para dar a conocer los dos elementos más
representativos del Parque: las grullas y la dehesa. Visitamos las dos salas temáticas
creadas a tal efecto.
Continuando
con nuestra ruta tuvimos la oportunidad de poder observar numerosos grupos de
grullas, tanto en suelo como en vuelo, algunos formados por cientos de
ejemplares.
Hicimos una pequeña parada en Alía para tomar
un café antes de acercarnos al Estrecho de La Peña Amarilla, unos 8km más
adelante siguiendo la carretera.
Al
llegar el paisaje sorprende. Detuvimos el coche en un aparcamiento que hace las
veces de mirador y después de leer los paneles explicativos nos aventuramos por
un pequeño sendero que conducía hacia un punto estratégico donde las vistas
eran realmente impresionantes.
Los
colores y olores del otoño, el cielo entre nubes y claros y el vuelo majestuoso
de los buitres leonados sobre nuestras cabezas hizo de nuestra breve, pero
intensa visita a este lugar, una experiencia verdaderamente gratificante.
Ya
de vuelta hacia Guadalupe la carretera que serpentea nos lleva hacia la Ermita
del Humilladero desde donde, según nos han informado, parte la senda que
conduce a las Minas del Arca del Agua. Pero el tiempo se ha pasado volando y
decidimos dejar para otra futura excursión la visita a un lugar que sin duda
merece la pena y al que habrá que dedicarle más tiempo.
De
todas forma el Humilladero, de singular construcción, y su entorno nos llena de
nuevas sensaciones: las magnificas vistas, la diversidad del paisaje, los
matices de color, los castaños y madroños, las jaras y los primeros brezos en
flor, los pinos… y algunas setas.
Y
allá abajo, la Puebla.
Llegamos
a Guadalupe sobre las dos. Con el retraso acumulado el “showcooking” está en las últimas, pero aún así tenemos la
oportunidad de degustar una (y solo una) exquisita tapa de
"Ravioli de Morcilla de Guadalupe con Mouse de Foie”
Después visitamos el “Mercado de sabores” en la
coqueta plazuela donde está la Fuente de los Tres Caños, donde nos invitaron a
degustar vino de Cañamero. Unos momentos antes habíamos tenido dos nuevas
incorporaciones a nuestro grupo que nos acompañarían durante el resto de la
jornada.
La sorpresa, no por eso menos atractiva, aparece
cuando una insinuante niebla empieza a envolvernos unos kilómetros antes de
llegar al pueblo. Una parada para disfrutar del momento y continuamos, ya sí
envueltos en una densa niebla, hasta llegar a Navezuelas.
Ha oscurecido y la
tarde invita a un momento de relax. Un café con perrunillas en un bar del
pueblo un rato de conversación y sin demorarnos mucho y ante la dificultad
añadida de la niebla vamos pensando en el regreso, no sin antes hacer una
paradita en una cooperativa donde ante el espectáculo de grandes cajas repletas
de hermosas castañas recién cogidas no podemos evitar la tentación de llevarnos
unas cuantas –compradas, claro- .
Hay que regresar y de un tirón nos plantamos en
Acedera donde tras una breve parada nos despedimos de una parte el grupo, para
continuar de regreso a nuestro punto de origen.
Han sido aproximadamente doce horas y, sinceramente,
creo que hemos sabido disfrutarlas, sin duda la experiencia ha merecido la
pena.
Nos vemos en la próxima.
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